Dejándola(s) ir

Dejándola(s) ir.




(8 de febrero 2013)

En la noche soñé que volaba, que mejoraba mi técnica particular y lograba alzarme sobre edificios. No lo hacía de forma perfecta, aún me costaba trabajo y llegaba a tropezar, pero sentía la alegría de volar mejor. En un momento varias bellas mujeres me intimidaban y yo caía. Lo curioso fue que pude casi despertar y luego fácilmente volver a la imaginación de mi vuelo.

Esa mañana desperté muy temprano, continué escribiendo ideas para una carta que tenía en mente. Pensaba escribirle un texto a Tzitzi y leérselo a ella, pero no pude concretar tantas ideas y emociones por escrito. Abandoné la misión. Volví a dormir (poco había descansado esa noche).

Salí de la cama algo tarde. Alisté todas las cosas para la acción sanadora que había planeado y fui en bicicleta a encontrarme con ella aprovechando un evento de acciones artísticas en el que participaba. Al llegar a la galería la vi ocupada en una reunión y decidí ir a otro cuarto donde se encontraba Dioscórides (un maestro artista muy importante para ella). Me senté frente a él y su mesa llena de cosas interesantes, de un raro tarot saqué la carta El Juicio, me habló de un llamado hacia la nueva vida, le pregunté sobre la liberación de talismanes u objetos valiosos pero que atan y me comentó varias formas de dejarlos ir. Escucharlo fue reconfirmar muchas cosas que conozco y siento.

Luego fui a saludar a Tzitzi (aun estaba reunida con varias personas), me alegró su alegría, le comenté a grandes rasgos mi sueño volador, me comentó como había terminado la noche anterior y que ya tenía ganas de ir a su finca. Fuimos a otro lugar para hablar solos. Conversamos sobre nosotros y la transformación de nuestra relación. Aunque fui yo quien siguió desahogándose y ella fue muy cariñosa y comprensiva. El deseo de conocer más detalles sobre su radical decisión fue desvaneciéndose, no conozco todo lo que siente y ha vivido pero ya la comprendo. Nos tocó dejar de hablar, ella era solicitada, nos despedimos poco cariñosos, pero luego me devolví a darle un abrazo. Partí a realizar mi acto liberatorio.

La idea surgió a partir de la ilustración que comparto al comienzo de este texto. Me dirigí hacia un lugar cercano donde venden globos inflados con helio. Con dinero que fluyó en las manos de Tzitzi (días atrás le vendí algo), compré 4 globos: Rojo (vínculo emocional), amarillo (intelectual), púrpura (sexual-creativo), verde (material). El vendedor ató la primera bomba al azar con una cinta azul y me pareció un color adecuado, así que le pedí que lo usara con las demás, pero al globo verde le puso una cinta púrpura (se le habían acabo las azules), acepté. Esto me hablaba de una diferencia en nuestro vínculo corporal-material.

Amarré los globos a la parrilla de mi bicicleta y no pude evitar pensar en estar llevando metafóricamente a Tzitzi, acción que tuvo mucho valor en nuestra relación, casi que este ejercicio nos permitió la cercanía inicialmente y durante nuestra relación. Me conmoví muchísimo, deseaba su abrazo por la espalda y conversar con ella. El recorrido lo hice con mucho cuidado (casi al mismo ritmo que si la llevara a ella en realidad) no quería que se escaparan o reventaran las bombas prematuramente. En un momento llovió y decidí guarecerme hasta que cesó la lluvia y retomé el viaje. Llegué al parque de la biblioteca Caracol (Virgilio). Lloviznaba y esperé un rato bajo un techo, allí noté que las cintas de los globos se habían enredado (inevitable pensar metafóricamente) y me dispuse a separar las bombas con mucho cuidado. Mejoró el clima y fui hasta la colina donde ya muchas veces he meditado, visto atardeceres, donde compartí con ella alguna vez y donde he hecho uno que otro ritual.



Decidí seguir el orden que propone el arcano XXI "el mundo", empezando desde la emoción, luego el intelecto, la creatividad y terminando con la corporalidad. 

Separé el globo rojo, tomé dos cartas amorosas que me dio Tzitzi en 2011, las leí llorando y despúes las pegué a la cinta. Luego tomé un lapicero que me regaló ella al que le puso un bigote de su gata "Pandemia" y una nota que decía "continuemos el poema". Desaté el bigote y detrás de la nota con el mismo lapicero escribí "Amor, libertad... Fin". Amarré el papel con el bigote a la bomba. 

A la cinta del globo amarillo le pegué una pelota roja (nariz de payaso), una tarjeta de presentación de Tzitzi invitando a conocer su proyecto "Sutil desgarro" (esta tarjeta la encontré en la galería ese mismo día) y unas medallas-recuerdos de unas obras de teatro a las cuales ella me invitó algún día. En el procedimiento este globo se desató accidentalmente y no salió volando gracias al peso de las medallas. Decidí quitarlas para permitir que volara al final.

A la cinta de bomba púrpura le intenté pegar tres pruebas de embarazo negativas a las que les pinté con el lapicero-regalo una linea de más para simular que las pruebas eran positivas. El peso incluso de una sola prueba impedía el vuelvo de la bomba así que las despegué. Adherí una foto que muestra los dedos ella en primer plano penetrando un aro metálico (relacionable con la sexualidad). Por último le amarré unas bandas de caucho que ella usó en alguna acción artística y que asocié con látex de condón.

A la bomba verde con cinta púrpura le anudé una larga cinta de tela púrpura en la cual estaba trenzado un poco de cabello de Tzitzi. Este objeto me fue entregado en su acción "Entrecruzar", que realizó como despedida antes del viaje que nos distanció. 


Así entonces me dispuse a liberar(me) cada uno de estos vínculos representados en las bombas y los elementos que adherí a ellas. Comencé con el apego emocional, que de nuevo me hizo llorar. Acerqué la bomba roja a mi corazón y pensé en el gran afecto que le tengo a ella y que tipo de amor nos queda y cual es el que vuela. Solté la bomba.
El globo amarillo lo acerqué a mi cabeza y pensé en nuestros diálogos, en nuestras pequeñas diferencias y las grandes similitudes ideológicas, en cuanto me enseñó y le pude enseñar. Solté la bomba.
Acerqué a mi entrepierna la bomba púrpura (color misterioso y sagrado para mi) pensé en nuestros intensos placeres, en nuestra belleza sexual, en nuestros procesos creativos y añoré los proyectos e hijos que no tuvimos. Solté el globo y este volaba con mucha dificultad, pero a pesar de la lentitud, ascendía sin pausa (pensé en mi gran apego sexual).
Para terminar el globo verde, el vínculo material-corporal. El peso de esta cinta con el cabello era demasiado y decidí acortarla para que la bomba pudiera liberarse. Pensé en las dificultades con este aspecto de los dos y en lo fulminante que fue la distancia de nuestros cuerpos para el final de la relación de pareja. Me acaricié con el cabello de ella, lo saboreé y lo olí. Con mi boca sostuve un rato este apego y luego la abrí para liberarlo. Se fue.



Todos los globos viajaron en dirección nor-oriental y muy rápidamente se perdieron de vista. La lluvia comenzó con mucha fuerza y me refugié en la biblioteca. Al calmarse el aguacero salí a buscar un árbol para terminar el ritual. Sentí que el indicado era uno frente a la biblioteca. Saqué el bello palo-falo que ella me regaló en su acción "PuntA de partidA", y con él empecé a cavar en la tierra junto a las raíces del árbol. Hice un pequeño hueco donde enterré los otros objetos que quería entregar: las tres pruebas de embarazó falsamente-positivas, el resto de cinta púrpura que sobró del globo verde, las medallas y una banda de caucho. Liberé los restos de una mota de diente de león que estaba atada a una una flor muy particular que ella me dio (a pesar de estar seca era muy hermosa) y que luego sembré junto al árbol. Por último ubiqué el falo-palo junto a otras ramas en lo alto del árbol, como si fuera parte de él.

Fin Tzico.




(23 de marzo 2013)


Aún conservaba un pliego de cartulina que alguna vez manchamos con nuestros fluidos y un frasquito donde guardé mi semen entregado en tiempos de armonía de pareja. Decidí usar estos dos objetos para complementar el ritual "dejándola(s) ir". Un mes y medio después (aprox.) volví en bicicleta hasta el árbol junto a la biblioteca. El falo-palo había desaparecido y la cinta púrpura había sido desenterrada hasta la mitad. No me pareció mal que esto hubiera sucedido. En la orilla del lago artificial que está junto al árbol, abrí por primera vez en mucho tiempo (más de un año) el frasco con mi esencia, tuve mucha curiosidad por su olor, el cual era fuertísimo (lo relaciono con queso en descomposición, pero con algo atractivo que aminoró el asco). Derramé un pequeño chorro en el lago y contemplé como se difuminaba en el agua. Guardé el frasco con el resto de semen. Desenterré la cinta y también la guardé. Caminé hasta un lugar donde pude contemplar el atardecer y allí escribí con el lapicero que me regaló Tzitzi, un párrafo con mis intenciones de liberar el amor fermentado y transformar toda emoción y pensamiento negativo que he venido teniendo, en bondad y bendiciones. Me dirigí a la carrilera del tren y minutos antes de caer el sol armé una improvisada pirámide de 4 lados con la cartulina. El escrito quedó en otro pedazo de cartulina que enrollé. Con dos fósforos prendí el rollo y con él incendié la pirámide (ver foto arriba). Se volvió cenizas rápidamente. Abrí de nuevo el frasco y le agregué un poco de las cenizas y agité durante un rato para que se mezclaran con el semen. Me dispuse a partir. Pero recordé que aún tenía la cinta púrpura (pensé en que este objeto se resistía mucho, primero a ser entregado a mi, luego a volar, después a ser enterrado y ahora a ser quemado). La ubiqué encima de las cenizas y la empecé a quemar. El humo era tóxico. La cinta no se prendía fácil y me tomé el tiempo de quemarla lo que más pude con todos los demás fósforos. Logré incinerarla casi toda pero quedaron algunos restos. Escogí un pequeño fragmento de cinta quemada y la puse dentro del frasco y lo revolví. Algunas gotas tocaron mis manos y el aroma orgánico fue difícil de quitarlo. El frasquito volvió a mi casa, pero con su sustancia transformada. Algo tendrá que suceder con su contenido.


(15 de Septiembre 2013)

Tzitzi anunció que porta una semilla humana fecundada en su vientre. Me asombró mucho la noticia pero me alegro y bendigo la nueva familia


(30 de Septiembre 2013)

Me di cuenta que he perdido el lapicero. Se había convertido en una especie de amuleto. Me alegró aprovechar lo que más pude este instrumento.


(15 de Abril 2014)